jueves, 4 de septiembre de 2014

Meredith Monk - Piano Songs (2014)



A veces, el hecho de que en un estilo concreto de cualquier modalidad musical surjan dos o tres figuras de gran talla tiene el inconveniente de ensombrecer otros nombres que atesoran méritos indiscutibles por su cuenta. En el caso de la artista que hoy nos acompaña, sus inquietudes multidisciplinares tampoco facilitaron que hoy sea especialmente conocida por destacar en uno de los campos que ha frecuentado. Por último, y aunque muchas veces preferimos pensar que no es así, que Meredith Monk haya sido una mujer en un mundo de hombres puede haber disminuido el impacto de su obra.

Monk ha dividido su obra en todos los campos del arte a su alcance. Comenzó como bailarina, lo que le llevó pronto a coreografiar sus propios montajes pero no se iba a quedar ahí. La artista ha compuesto música, cantándola ella misma en la mayoría de los casos, ha dirigido cine, teatro... parafraseando a Terencio y su célebre adagio, bien podríamos decir que Meredith Monk “es artista; nada artístico le es ajeno”.

Por algún motivo, su obra no ha tenido la trascendencia que creemos justa y eso a pesar de ser alguien reivindicado por figuras como Philip Glass (quien siempre se ha sorprendido de lo poco conocida que es para el gran público), Wim Mertens (que la introdujo al público europeo a finales de los setenta, organizando y presentando conciertos suyos) o Peter Greenaway (el cineasta le dedicó un capítulo de su documental “Four American Composers” en el que Monk compartía protagonismo con Robert Ashley, John Cage y Philip Glass).

La obra musical de Monk, por otra parte, no tiene por qué ser menos accesible que la de muchos de sus contemporáneos. Gran admiradora de Erik Satie, Frederic Mompou y Bela Bartok (especialmente su “Mikrokosmos”) y con raíces comunes con la corriente minimalista, la mayoría de sus composiciones son para piano y voz, especialmente a partir de 1972, año en el que “redescubrió” el instrumento tras un tiempo componiendo sólo para voz, con acompañamientos ocasionales de cuerdas o de órgano. En cualquier caso, la principal seña de identidad de su música (tanto como lo serían sus características largas trenzas en el aspecto visual) se encuentra en su garganta: la voz de Meredith es extraordinaria y abarca un rango tonal amplísimo, algo que explota sin complejos en sus discos y conciertos. La mayor parte de su obra grabada ha aparecido en el sello ECM y a él pertenece su última grabación titulada “Piano Songs”. En ella, los pianistas Bruce Brubaker y Ursula Oppens repasan varias piezas de todas las épocas del repertorio de Monk. La mayoría de ellas fueron escritas para dos pianos (y dedicadas a dos de los intérpretes clásicos de la Steve Reich Ensemble como eran Nurit Tilles y Edmund Niemann.

Meredith Monk contemplando la ejecución de sus piezas por Oppens y Brubaker.


“Obsolete Objects” – La primera pieza del disco es una composición de 1996 para dos pianos de la que no nos consta grabación previa alguna. En ella, Monk explora el lado más declaradamente minimalista de su producción. Mientras uno de los intérpretes imprime un frenético ritmo a su parte, el otro ejecuta rápidas ráfagas melódicas de corta duración.

“Ellis Island” – En 1981, la compositora rodó “Ellis Island”, película de aire documental para cuya banda sonora creó esta piezas. Tiene varias similitudes con la anterior pero está narrada a una velocidad mucho más pausada. Aunque no conocemos ninguna grabación de la propia artista con la obra, sí la habíamos escuchado antes a cargo de Jeroen Van Veen en una de sus cajas dedicadas a la música minimalista.

“Folkdance” – Composición de 1996 que añade a los pianos un elemento percusivo a cargo de los intérpretes en forma de golpes sobre el propio armazón del instrumento y palmas, además de puntuales exclamaciones vocales destinadas a reforzar el ritmo. La pieza es una sólida muestra del estilo de Meredith, insistente de un modo admirable con una serie de escuetas melodías que van evolucionando e interaccionando entre ellas hasta formar un todo robusto.



“Urban March (shadow)” – Escuchamos a continuación una de las piezas más recientes del disco a pesar de contar ya con más de 10 años de antigüedad (fue escrita en 2001). Apareció en su momento en el disco “Mercy” en versión para piano, sintetizador y voces. La interpretación que oímos aquí se estructura alrededor de un grupo de cuatro ocho notas que se repiten una y otra vez mientras crecen enroscándose alrededor de esa melodía una serie de variaciones muy conseguidas.

“Tower” – Una breve pieza del año 1971 es lo siguiente que escuchamos. Inédita hasta hace poco, cuando fue publicada en el disco “Begginings” del sello propiedad de John Zorn, Tzadik, se trata de un ejercicio de estilo en el que el ritmo y la repetición cobran toda la importancia que se resta al desarrollo melódico.

“Paris” – De un año después es la siguiente composición y, al igual que la anterior, permanecía inédita hasta su aparición en el “Begginings”. Es la primera pieza para piano solo que escuchamos en esta colección y la interpretación corre por cuenta de Ursula Oppens. Se abre aquí Monk a otras influencias, entre ellas, un cierto aire jazzístico y algunas serie de giros melódicos que podrían parecer estridentes dentro del conjunto y que, quizá, encuentren en John Cage a su padre espiritual.

“Railroad (travel song)” – Si antes era Ursula la que ejecutaba una pieza para piano solo, ahora lo hace su “partenaire” en la grabación, Ed Brubaker. El tema, de 1981, no había sido grabado antes si no estamos errados y es una exploración más por terrenos cercanos a un minimalismo que empezaba a mirar hacia formas más asequibles. Buena parte de la obra de Gavin Bryars, por poner un ejemplo, estaría en una linea similar a la de esta composición.

“Parlour Games” – Volvemos a los dos pianos aunque seguimos con piezas inéditas, en este caso, con una escrita en 1988. Seguidores como somos desde hace tiempo de la música de la artista norteamericana, ésta nos ha parecido la obra más atractiva de todo el disco, coincidiendo con la de mayor duración. Aunque la estructura es similar a la muchas otras, con uno de los pianos encargándose del armazón rítmico y el otro ejecutando el tema y variaciones correspondiente, encontramos que el desarrollo más largo permite a Monk alcanzar momentos de gran belleza que en piezas más breves apenas llegamos a intuir. Escuchando composiciones como esta es cuando apreciamos la importante influencia de Meredith en artistas como Wim Mertens.

“St. Petersburg Waltz” – Vuelve Ursula Oppens a encargase en solitario de las teclas para interpretar esta composición de 1993 que ya apareciera en el disco “Volcano Songs” de Monk interpretada entonces por Nurit Tilles. La pieza, conservando todo el estilo de la artista, transpira influencias clasicistas que probablemente tengan que ver con el San Petersburgo del título. El lado más íntimo y sincero de Meredith aparece en esta pieza del modo más desnudo posible.

“Window in 7’s” – Y, como ocurría anteriormente, a un tema interpretado por Ursula en solitario le sucede otro con Bruce Brubaker como único intérprete. En esta ocasiónse trata de una pieza de 1986 aparecida en el que es nuestro disco favorito de Meredith Monk: “Do You Be”. Una vez más, la pianista Nurit Tilles era la intérprete en aquella ocasión aunque tenemos que señalar que Brubaker está a la altura.

“Totentanz” – La pieza más reciente de todo el trabajo es esta danza para dos pianos escrita en 2006 y recogida en el disco “Impermanence” en una versión muy diferente para grupo y voces. La adaptación e interpretación que escuchamos aquí es magnífica y logra que la traslación no pierda demasiado frente al original, resaltando detalles que podían pasar inadvertidos en aquel.

“Phantom Waltz” – Cierra el disco una pieza lenta de 1989 que también permanecía inédita hasta su grabación por parte de Jeroen Van Veen en su “Minimal Piano Collection Vol.X-XX). Pausa y reflexión para concluir un muy buen trabajo que sirve, a nuestro juicio, como introducción perfecta a la música de una de las artistas más notables de las últimas décadas.


A raiz del último comentario destacamos lo que es al mismo tiempo una fortaleza y una debilidad del disco para el oyente que no esté familiarizado con la obra de Meredith Monk: la ausencia de su voz. La ventaja es que aquel que no conozca a la artista no se encontrará aquí con un elemento tan sorprendente y original como la forma de cantar de Meredith que, si bien es fascinante, puede chocar y hasta retraer al oyente novato evitando que siga profundizando en la obra de la artista. Por otra parte, gracias a ello quizá disfrute de una música que le puede llegar a interesar lo suficiente para seguir profundizando sin complejos en el resto de obras de Monk. Siendo esto cierto, también lo es el hecho de que una antología como esta, sin la voz de Meredith Monk pierde buena parte de su esencia y el oyente no deja de escuchar una versión “mutilada” de la compositora. Con todo, el disco nos parece magnífico y muy recomendable para los lectores del blog, familiarizados ya con este tipo de propuestas artísticas. El disco puede adquirirse en los siguiente enlaces:

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Nos despedimos con la parte dedicada a Meredith Monk del documental de Peter Greenaway, "Four American Composers":

 

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